Como es habitual en un mundo de tragedias y posibilidades, una pobre mujer con el corazón hinchado en pena por la muerte de su hijo, sumado a la necesidad de pagar un féretro, un nicho, y otros gastos que irroga la muerte, Doña Juana Casani acongojada aguanta la posibilidad que su hijo Edwin de 42 años, enfermo de esquizofrenia, - y del mal que padecen millones y millones de peruanos - pobreza. Edwin sin esperarlo ha creado la perfecta oportunidad para que un dirigente cuestionado de la Asociación Ciudad de Dios, en Yura, salga a las cámaras a vender la imagen de líder sensible al dolor ajeno y deslucir el retrato de traficante de lotes entre los más necesitados de vivienda en Arequipa.
Juan Manuel Guillen Benavides, apoyo a la desdichada madre, dándole 500 soles, pero, por cosas que solo el presidente y su administración entienden, el mentado chequecito salió a nombre del dirigente.